Fueron
17 los intentos separatistas panameños después de fundada la
colonia, la inquietud independentista nos condujo a la separación de
España. Nuestra vocación de libertad se mantuvo latente durante la
época Granadina.
Desmenbrada la Gran Colombia quedaron unidos en un débil lazo Panamá
y Colombia, unión que no fue posible mantener principalmente por la
desidia y abandono del Gobierno Istmeño.
Las
raíces históricas de nuestro principal recurso geográfico salieron a
relucir ante el trato prepotente del Gobierno de turno que rechazó
el Tratado Herrán - Hay y condenaba a Panamá a una vida ya casi
tradicional de privaciones.
Los
patricios que actuaron en su momento histórico, que ocuparon el
puesto en el estadio del tiempo que le tocó vivir, se inspiraron en
el tradicional sentimiento nacionalista de los pueblos y reclamaron
a la humanidad el derecho natural que la Patria, llamada Panamá
tiene reservado en los espacios de los pueblos del mundo, la franja
geográfica por donde habría de construirse un canal, es patrimonio
de esta nación así lo entendieron los próceres y así lo aceptaron
los panameños.
 |
Don José
Agustín Arango |
Don José
Agustín Arango, un varón justo y noble como esos caracteres
ejemplares de la historia, que exalta Plutarco en sus "Vidas
Paralelas" para lección perenne de civismo a la humanidad, que
llevaba en su sangre el amor a la libertad, fue el iniciador, la
fuerza viva, del movimiento secesionista de Panamá en 1903.
 |
Junta
Revolucionaria |
A fin de impulsar la revolución y para asegurar sus resultados, los
señores Don José Agustín Arango y el Dr. Manuel Amador Guerrro,
acordaron iniciar en sus planes a otros panameños, de quienes tenían
la seguridad que contribuirían, con entusiasmo, en tan noble causa,
para organizar con ellos una Junta directora de la revolución, la
cual quedó intengrada por los siguientes caballeros:
Don José Agustín Arango, Dr. Manuel Amador
Guerrero, Don Carlos Constantino Arosemena, Don Nicanor A. de
Obarrio, Don Ricardo Arias, Don Federico Boyd, Don Tomás Arias y Don
Manuel Espinoza B.
El
3 de noviembre de 1903 tuvo lugar la proclamación de la
independencia en la ciudad de Panamá, decisión que halló
inmediatamente respaldo en el resto del país y los panameños de
consumo declararon este territorio como un Estado independiente y
soberano con el nombre de la República de Panamá.
La redacción del documento histórico (
Acta de Independencia del Istmo ),
que contiene esta proclamación fue enconmendada en la mañana del
histórico día 3, por el propio jefe de la revolución, Don José
Agustín Arango, a un eminente jurista panameño de figuración
destacada en la vida política del país, el Dr. Carlos Antonio
Mendoza, prominente figura del Partido Liberal istmeño.
Fuente:
Periódico El Nacional / The National Newspaper
La
Fundación de la República
Los
panameños celebramos hoy, 3 de noviembre, la fundación de la
República cuando nos separamos de Colombia en 1903. Nuestra unión a
este país fue voluntaria, puesto que Panamá declaró su verdadera
independencia el 28 de noviembre 1821, cuando se liberó de España.
Alrededor
de nuestra separación se han manifestado diversas opiniones, pero lo
importante es que nació una nueva República, hoy consolidada ante el
concierto de las naciones del orden.
En
aquella época, Panamá había sido condenada al aislamiento por el
gobierno colombiano, el que no sólo la había abandonado en el
desarrollo económico y espiritual, sino que la había convertido en
un escenario de guerra y conflicto que terminó por hastiar al pueblo
panameño.
Entonces,
de aquel desastre gubernamental impuesto por Colombia surgió la
semilla revolucionaria de un movimiento que materializó el Dr.
Manuel Amador Guerrero, ilustre patriota que luego se convirtió en
el primer presidente de los istmeños.
El
movimiento separatista contó con el apoyo de Estados Unidos y la
decisión de los panameños de separarse culminó con la derrota de los
militares colombianos que fueron reducidos a prisión cuando el
“Batallón Tiradores” arribó a las costas colonenses.
La falta de malicia de los generales Juan Tovar y Ramón
Amaya, que comandaban el mencionado batallón de 500 plazas al mando
del coronel Eliseo Torres, precipitó el acontecimiento patriótico,
ya que para entonces el movimiento había conseguido el apoyo
incondicional del
general Esteban Huertas
—militar de larga residencia en el Istmo y casado con panameña—
quien fue determinante para la independencia.
Huertas
comandaba el “Batallón Colombia”, un cuerpo militar aguerrido y
selecto, con un historial glorioso en los campos de batalla. El
general Huertas había sido herido en la memorable toma de Tumaco y
desde entonces su figura representa al militar justo que se puso por
encima de los partidismos y de la continuación de esa eterna guerra
fraticida que siempre ha consumido a Colombia...
Raíces y frutos de noviembre
En
esta sección trataremos de resumir una mínima parte de lo sucedido
entre el 3 y el 4 de noviembre de 1903. ...
Para
el 3 de noviembre de 1903, que por cierto fue miércoles, la Junta
Revolucionaria y sus más cercanos colaboradores ya habían proclamado
nuestra separación de Colombia.
Le
correspondió al Consejo Municipal, como representante del pueblo
soberano, citar por medio de su presidente Demetrio H. Brid a una
sesión solemne y extraordinaria con el fin de adherirse al
movimiento ya prácticamente consumado.
Brid
también le solicitó al presidente de Estados Unidos el
reconocimiento oficial de la nueva nación y citar a las
corporaciones públicas, militares y religiosas, así como a todos los
ciudadanos, a un cabildo abierto para el próximo 4 de noviembre.
A
las 9:00 de la noche se inició la reunión, a la que asistieron los
concejales: Manuel María Méndez, Rafael Aizpuru, Enrique Linares,
Manuel José Cucalón, Agustín Arias F., José María Chiari, Ernesto J.
Goti (secretario del Concejo), y Demetrio H. Brid (presidente).
En
esos instantes los miembros de la Junta Revolucionaria, José Agustín
Arango, Manuel Amador Guerrero, Federico Boyd, Carlos C. Arosemena,
Nicanor de Obarrio, Manuel Espinoza Batista, Tomás Arias y Ricardo
Arias también se hallaban reunidos junto con numerosos compatriotas
en el cercano hotel Central.
La
génesis
Pocos
días antes el doctor Amador Guerrero le había preguntado a su hijo y
artista Manuel Encarnación, “cómo podrían hacer para arreglar el
asunto de la bandera de la nueva República”, ya que se había
rechazado la enviada por la esposa de Buneau Varilla, que se
asemejaba mucho a la de Estados Unidos.
Manuel
E. Amador, que también era pintor, tomó entonces una hoja de papel y
lápiz, y rápidamente dibujó la insignia que ya hacía rato tenía
pensada. Para el día 4, María de la Ossa de Amador, su sobrina María
Emilia y su cuñada Angélica, habían bordado y cosido con materiales,
adquiridos por ella, dos banderas: una de ellas la paseó Alejandro
de la Guardia, seguido de numeroso público entusiasta desde el hotel
Central. La otra fue izada al día siguiente en un asta situada en el
Palacio Municipal. Una de esas banderas fue llevada posteriormente a
Estados Unidos en donde su autor fue cónsul.
Por
cierto que en el momento de la izada se dice que José Francisco de
la Ossa disparó con su revólver entusiastas salvas al aire. No era
para menos.
Los
padrinos de la bandera fueron Manuela Méndez de Arosemena, Lastenia
Uribe de Lewis, Jerardo Ortega (aparece con J en los documentos) y
José Agustín Arango.
El
peligro
No
todo fue celebraciones. El día 3 habían anclado en la bahía de
Colón, o sea en la de Limón, el crucero “Cartagena” y un carguero
que juntos traían 550 soldados colombianos más todos sus equipos y
armas, con el fin de impedir el movimiento separatista.
Al
dirigirse sus jefes, los generales Juan B. Tovar y Ramón G. Anaya, a
las autoridades del ferrocarril para que todos fueran trasladados a
la capital, se les dijo que no había vagones suficientes y que
deberían pagar por el transporte. Que a los jefes los podían llevar
y que las tropas serían transportadas después.
Al
llegar a Panamá fueron apresados por el capitán Marco A. Salazar,
quien cumplía órdenes de su jefe Esteban Huertas. Con esta orden
Salazar se jugó la vida.
Todo
ello hizo que el coronel Eliseo Torres, que había quedado en Colón
al mando de las tropas que no fueron transportadas, amenazara con
destruir totalmente la ciudad, y con matar a los estadounidenses
presentes allí. Después de múltiples conversaciones y de 8 mil
dólares, más el valor de los pasajes y alimentos, se solucionó tan
grave y peligrosa situación. A bordo del “Orinoco”, ni dijeron
adiós.
A
todas estas en la capital se habían organizado los batallones
Primero y Segundo del Istmo, más varios regimientos para impedir una
posible llegada de aquellos soldados hasta la capital...

La
Separación
La
unión a Colombia, lejos de contribuir a mejorar las condiciones de
vida de los istmeños, las había deteriorado de manera palpable, a lo
cual contribuía la devastación producida por la Guerra de los Mil
Días, que no era sino la fuente de mayores desgracias para la
población de este territorio.
El
fusilamiento Victoriano Lorenzo, el caudillo liberal que se negó a
aceptar la paz del Wisconsin, sirvió de acicate a la idea de la
separación definitiva del Istmo de Panamá.
El
25 de julio de 1903, el general José Vásquez Cobo, comandante
militar de Panamá y hermano del entonces ministro de Guerra
colombiano, ordenó el asalto de la imprenta que publicaba el
periódico El Lápiz, el cual había narrado en detalle el fusilamiento
de Lorenzo y había hecho algunas veladas protestas por el suceso.
Este
hecho provocó la salida de Cobo de Panamá e hizo que finalmente los
liberales panameños se dieran cuenta de que no tenían ninguna
garantía ni seguridad bajo el régimen conservador colombiano y se
pasaron a las filas de la conspiración secesionista.
Por
estas fechas ocurrió otro hecho que selló definitivamente el camino
del Istmo hacia su constitución en república: el rechazo del
convenio Herrán–Hay entre Estados Unidos y Colombia para la
construcción de un canal interoceánico por Panamá, en el cual los
panameños veían una luz de esperanza para mejorar sus condiciones de
vida.
A
pesar de los esfuerzos realizados por los senadores panameños Luis
De Roux y José Domingo de Obaldía, la mayoría del Senado colombiano
votó en contra de este convenio el 12 de agosto de 1903.
De Obaldía sería eventualmente nombrado gobernador del Istmo, cargo
que ya había desempeñado con anterioridad. Como era de esperarse, el
nuevo gobernador se sentía inclinado hacia la idea de la separación.
Entre
tanto, José Agustín Arango, prominente ciudadano y político istmeño,
empezó a trabajar en secreto en la preparación del movimiento
separatista. Una junta revolucionaria clandestina se formó en torno
suyo para planificar una revolución destinada a consolidar la
separación del Istmo de la soberanía colombiana, para negociar
directamente con Estados Unidos la construcción del canal.
La
red conspirativa estaba formada, aparte del propio Arango, por
Manuel Amador Guerrero, médico; Nicanor de Obarrio, militar, general
del Ejército colombiano y por otros ciudadanos prominentes como
Ricardo Arias, Federico Boyd, Carlos Constantino Arosemena, Tomás
Arias y Manuel Espinosa Batista.
Pero
la parte operativa, la de mayor riesgo, le correspondió a Amador
Guerrero, quien viajó a Estados Unidos en busca de apoyo para el
plan. Así mismo, obtuvo en Panamá la adhesión de importantes jefes
liberales y el apoyo del comandante militar Esteban Huertas.
Con
todos estos apoyos, se concertó la puesta en marcha del plan
separatista para un día no definido del mes de noviembre de 1903.
Sin embargo, un rumor generado en Colombia estuvo a punto de dar al
traste con el plan. Informes recibidos daban cuenta de una supuesta
invasión nicaragüense al Istmo por la región del Calovébora, sobre
la costa atlántica panameña.
Este informe, y los rumores insistentes sobre algo que se
fraguaba en Panamá, hicieron que Colombia movilizara al Batallón
Tiradores desde Barranquilla. El comandante de ese batallón traía,
secretamente, instrucciones para reemplazar a
José Domingo De Obaldía
y al general Esteban Huertas, en quienes ya no se confiaba en
Bogotá.
El
Batallón Tiradores, al mando del general Juan B.Tovar y Ramón G.
Amaya, llegó a la ciudad de Colón en la mañana del 3 de noviembre de
1903. No tuvo dificultades en desembarcar, pero su transporte hacia
la ciudad de Panamá sufrió mil contratiempos, por la complicidad de
las autoridades del Ferrocarril Transístmico con los conjurados.
Después
de muchas excusas y dilaciones, el Estado Mayor pudo desplazarse
hacia la capital. En Colón quedó la tropa bajo el mando del coronel
Eliseo Torres.
Una
vez llegados a Panamá, Tovar y sus otros oficiales fueron arrestados
por instrucciones del general Esteban Huertas, quien estaba al mando
del Batallón Colombia, cuya jefatura pretendía reemplazar el recién
llegado.
Descabezado
el contingente militar colombiano, se apresuraron las acciones para
declarar la separación del Istmo. La junta revolucionaria procedió
entonces sin más dilación, a declarar esa misma tarde, la
independencia del Istmo.
Algunos
panameños asaltaron las armerías y tomaron las armas, pero no les
fue necesario usarlas. Por representar a la autoridad colombiana fue
puesto bajo custodia el gobernador José Domingo de Obaldía.
Una escuadrilla naval anclada en la bahía de Panamá fue conminada a
rendirse sin oponer resistencia. Toda la ciudad se encontraba
conmocionada y en todos los barrios se escuchaban los vítores a la
naciente República de Panamá.
El
Consejo Municipal se reunió entonces y proclamó en un acta la
voluntad del pueblo de ser libre y de establecer un Gobierno propio,
independiente y soberano, sin la subordinación a Colombia ni a
ningún otro país.

Atrás